...

Y ella se quedó ahi...recostada...con las ganas succionadas por ese beso largo...por ese abrazo sublime... quizá con las mejillas encendidas pero no más que el corazón... Y él... él sólo dormía. Ella lo veía y no lo podía creer...el amor al fin encontró forma esa noche...forma de llama...forma de beso...forma de cama...
-Duerme...no temas...no temas ni dudes soñar...no importa qué pase dulce esposo...yo velaré tus sueños cada noche de ahora en adelante...POR SIEMPRE...
Él despertó la mañana siguiente...dudoso de abrazarla...ella no titubeó y lo golpeó con el beso más tierno y dulce que sus labios hayan probado nunca...como si quisiera entregarle el alma a través de su saliva... El aroma a café ya impregnaba cada rincón de su casa... El color azul pálido resplandecía en todo el cuarto...era como si toda la habitación fuese cielo...ella ángel y él nube... Todo era bello...todo estaba lejos, lejos...Sólo importaban ellos, nadie más.

Decidieron salir...se quitaron el traje desnudo y pusieron ropas holgadas sobre la piel aún humeda. Ella usaba una vieja camisa de él...para traerlo aún en la piel, para sentirlo; hacía calor...pero había una brisa tan fresca...todo era tan perfecto...y de pronto los dos se volvieron suspiro...

En la tarde de tonos rojos, caminando por la orilla, sobre el pasto fresco y con los pies desnudos...mirándola a los ojos que reflejaban más que el espejo del lago, con más intensidad que las estrellas le dijo algo que, aunque ya era reflejado en el ambiente que los envolvía, nunca se lo había hecho saber con sonido...Se erizó su piel al escuchar que estas letras movían el viento, se le tatuaban en los oidos y le marcaban y encendían más su corazón...

T E A M O . . . .