Mis manos mueren por tocarte, así que no puedo evitar que estas caricias suicidas se lancen al olvido, al deseo, al no tenerte... a que no lleguen hasta ti. Porque no te sienten, porque no te viven, porque necesitan saborear el calor que tu piel les guarda cuando las roza... Y es que a veces un poco de contacto humano contigo es necesario, es necesario sentir que no sólo eres producto de mis sueños o fantasías, es necesario sentirte y saber que eres tan real como lo que siento.
Justo ayer volvieron todas las inseguridades. No me siento bien. No me siento bien estando tan lejos, las mariposas se aferran a que no pierda a mis luciérnagas, aquellas que me ilumian un poquito el espacio que va quedando vacío, ese al que algunos le llaman fé...
No obstante que muero de ganas por ser fuerte y luchar, por no abandonar los sueños, ni las mariposas, ni las luciérnagas, no puedo evitar pensar en que me lastima seguir así, me duele estar lejos y muero de curiosidad por estar cerca. Y de nuevo viene la impotencia atando a mis manos, a mis pies, a mis alas, callando mi boca y recriminando a mis lágrimas el no tenerte.
Y me odio por cobarde y odio a mi cobardía que se esconde en una esquina y odio mi poca habilidad por cubrir esta tristeza y esta cobardía y este odio y estas ganas de tenerte...
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