No deseo ser el aire, ni el deseo, ni la armonía entre tus sueños.
Quiero ser la carne, la viva voz que te acaricia la piel.
No quiero decirte que tanto te extraño hoy, ni la falta que me haces.
Quiero decirte que tu calor me llena por dentro y por fuera,
deseo que me mires al despertar y después de ver juntos, radiantes el cielo.

No me digas que no, no me digas que espere.
La sangre me hierve, las venas me punzan y se me salen de la piel.
Ese no estar, ese sólo ser cuando estás de hueso y carne no me deja seguir.
No puedo más, necesito saber si eres o no. Si vienes, vas o si te quedas, si el paso del tiempo te borra o te graba más en mi vida, en el alma. Si no te me vas de la mirada o te escapas cuando se te da la gana.

Si el agua que lloro es para siempre o para nunca, si el sueño en el que floto y te apareces de vez en vez cambia al que no hay nube, ni aire, ni nada. Si la nada se convierte en lo que hoy no es, o si te transformas en locura y vuelas y me quitas el sueño y te haces entero, sonriente, palpable y dulce.

No quiero un quizá por respuesta, no quiero un perdón ni un no estoy por la distancia.
Quiero un tú constante que me abrace si tengo miedo de la noche o si se me da la regalada gana sentir calor. Quiero palabras que revivan a mi oído y que aviven el corazón. Quiero que corras a verme si te necesito como lo haces con el mundo que te grita desesperado, como lo hace mi vida, mi yo, mi niña constante y no la escuchas o te ensordece la distancia o te enceguece el qué se yo!

Llévate ya si no piensas hacerlo conmigo...


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