miércoles, 28 de mayo de 2008

¿y qué?

¿Y qué si mi nombre fuera alegría
y anduviera repartiendo nubes de pistache
con dulzura ya lamida
y sin amargura que desempalague
o haga olvidar y aplacar el dulce al paladar?
No es comprensible que mi nombre no sea alegría
y que sólo abrace mi sonrisa,
al menos no para mi.
Quisiera no llamarme monotonía
y traerme entre la vida cientos de petalos sin sal.
Quisiera poder olvidar por el día
que la noche viene y no puedo bajar esa luna,
esa luna que me pide a gritos ser bebida a cucharadas como la de Sabines,
ni puedo hacer que la estrella brille para mi
pues se la han tragado gusanos con cal.
El nombre es arbitrario si tiendo a crear maravillas,
pero es que a veces me queda más no ser amarilla
con colores como los de una aceituna sin vida.
Austente, ausente sin tener en cuenta que el respiro todavía me espía.
Grandeza,
hoy quiero continuar y mover la maleza
Me gustaría andar sin capas, me fascinaría llamarme belleza.

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