domingo, 22 de junio de 2008

Venom statue

Tengo el cuerpo cansado,
tengo el alma marchita y arrugada.
Mis ojos, dos canicas duras y pesadas
con la propiedad alterna de que ya no pueden evitar ser saladas.
Las manos duelen también,
no han tocado tu calor...
Poco a poco me vuelvo estatua de piedra,
sin vida, fría...
Las ganas de hablar se me van,
la voz y mis respuestas se mueren,
se apagan.
Mis labios se encuentran fúnebres,
austeros. Ya no hallan su sentido en mi cuerpo.
Puede ser que mis pies ya no encuentren su camino
pero siguen con ganas de seguirte,
de ser tu otro par por si te cansas.
Pero igual se sienten muertos.
Lamentablemente sólo dos músculos en mi siguen vivos,
peleados entre sí.
Las dos cosas en mi ser que más quiero matar,
arrancarme a pedazos y lanzar a los cuervos
después de desterradas
son las dos únicas cosas que siguen latentes, respirando.
Pensamientos vagantes.
Sentimientos intensificados, vibrantes...
Todo lo que no quiero me envuelve en miedo.
Todo lo que pienso, lo que soy
me da de esas agonías dolorosas que
te matan poco a poco con dos gotas bien disueltas
en un vaso de agua.
De esas muertes en las que sigues vivo,
no haces nada, no puedes...
pero sientes.
Y de nuevo quiero arrancarme las ideas
y acuchillarme el corazón.
Pero no puedo, la piel que piensa en ti
me arde y me lo prohibe a gritos.
Supongo que es el instinto de supervivencia
que nos dan integrado a esta falacia que llamamos vida.
Pensar en ti.
Sentir en ti.
Morir en ti.
¿Vivir en ti...?
Ven, se el antídoto a mi
propio veneno, reviveme.
Vuelveme otra vez de carne...
Resucítame.
Me faltas, te amo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Good for people to know.