De cuando uno tiene desapegada el alma
y se siente como adormecido,
o en casos extremos como el mío,
no sienten nada.
Ni ira, ni tristeza,
ni melancolía,
ni rabia, ni deseo,
ni ese amor grande.
Sólo siente uno como se cayó a gajos el alma,
o cómo nos la tiraron
y le pasaron a partir su madre.
Y es que uno se da cuenta y lo perimite,
permite que se le desapegue el alma;
es más cómodo, resulta conveniente,
alimenta la labor de quejarse
y seguir siendo problema.
Desapego a todo.
Así me siento hoy 7 que nada me mueve.
Desapegada y de espiritu cansado,
decaido, de 70 años ya mal vividos.
Desapego.
Qué tristeza, tan jóven y tan muerta.
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