Y en estos tiempos post-modernos, si uno quería conocerla, saberla, primero había que leerla; se describía en los sitios públicos en la red como: "amante del buen café, los buenos libros, el old school rock y el buen sexo."
Y, apesar de no incluir una foto en aquellos perfiles, ya cautivaba a cualquier hombre que se reconociera a sí mismo como sensato y hipster.
Lamentablemente para ellos al conocerla se percataban de la ausencia de tatuajes y de una cámara digital, no practicaba yoga y apenas sabía de meditación. No usaba gafas grandes y gruesas color negro, ni vestía leggings con sudaderas sueltas. Su cabello no era largo, ni muy corto. Y no compaginaba con la idea en sus cabezas. Instantaneamente sonreían y la facha de huida se les notaba enseguida. Pero había algo en esa sonrisa torcida que los hacía querer saber por qué demonios estaban ahí.
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