No me he movido de mi lugar.
Me veo tan patética aquí y sin embargo sigo.
Sabes que sigo.
Mi alma se ha sentado
frente a la ventana,
tiene el corazón en la mano
y te esperan.
Los dejé ahí en lo que decides
o no si regresas,
en lo que me dices adiós
o te quiero por el resto de mis días.
Mi cuerpo es el único que no permanece quieto,
entiende que mi cerebro necesita opacar la espera.
No traduzcas eso en que yo ya no quiero.
El saber de mi o no
dependerá en justa medida
sólo de ti.
El acercarte o irte lejos.
El hacerme tuya
o el regalarme ya mis besos.
De ti. Entiende que todo eso
sólo depende de ti.
Porque aquí, quietecitos y llenos de esperanza
mi alma y corazón,
ciegamente te esperan.

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