lunes, 19 de mayo de 2014

“Fue todo un placer verlo despertar
con el cabello vuelto un capricho,
me gustaba quedarme impávida
con sonrisa en rostro,
mientras él fumaba con el perfil vuelto a la nada.
Y cuando se ponía esos lentes de pasta,
que más que intelectual
lo hacían parecer la biblioteca de la casa;
me volvía loca.
Le recitaba su nombre
con el único fin de que mirara hacia mí,
porque sus ojos tenían un color
que no encontrarías en el mundo,
un color que sin duda,
tendría que llevar su nombre.”
 - Federico García Liturca

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